martes, 22 de junio de 2010

Un día cualquiera

Sucumbo de nuevo

al tedio malsano

que me hace preguntarme

quién soy y qué quiero.


Porque aguanto estoicamente

un presente que no deseo,

que me hace dudar de mí mismo,

de mi pasado y mi presente.


Ebrio de esos sentimientos

que me atacan solamente

cuando estoy sobrio.

Me paro y pienso.

Inerte, inerme,

mientras pasan los años…


Sigo mi rutina, ausente,

como guiado por un lazarillo ciego,

una especie de suerte tuerta,

que por mor del destino

siempre elige el mal camino.


Una estrella perdida,

que brilla y se apaga,

como las demás,

pero tan a menudo

que no existe…


A veces pienso

que no tengo destino,

ni dirección, ni sentido.

Que mis pasos son ciegos,

perdidos irremediablemente,

en un mar donde todos nadan,

donde todos huyen a ningún lugar,

pero no se preocupan,

y yo, mientras tanto,

miro una brújula errónea…


A veces siento

como muero poco a poco,

de cansancio,

de aburrimiento,

de inanición mental…


Es difícil ser un autómata

si no haces más que buscar

una salida de ti mismo.


A veces sucumbo al tedio malsano

que me hace preguntarme

qué soy

y qué quiero…

2 comentarios:

  1. Estuve aquí para leerte, y acompañarte... y abrigarte este "un día cualquiera" que evoca, que sugiere, a un alma, candil en mano, iluminando su propia sombra. Un alma que sabe de la luz, aunque le ronde la penumbra.

    Ya sabes poeta, al editar una obra, ésta queda en manos de su contemplador,y éste la interpreta... de ahí tantos destrozos cometidos con la idea primigenia por la que fue creada; pero también se abre un abanico de matices que enriquecen la creación.

    A veces pienso que la poesía no debe interpretarse, tan sólo ser llevada a los adentros. ¿no es cierto?

    Un abrazo. Rosario.

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  2. Tienes tanta razón, que casi duele.

    Hacer poesía es sentirla, pero sentirla desde el lado del oyente. Escribir es fácil, pero hacer que alguien sienta lo que quieres es lo realmente difícil.

    Eso es lo que pretendemos, y por eso nos miran con desconfianza. Nos llaman locos, y no saben que los locos son ellos...

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