jueves, 26 de agosto de 2010

Permítame un insulto

Qué mejor manera de volver a las andadas después de un intenso verano (como un café hirviendo si tuviera que poner un simil). Os dejo con un poema que me describe a la perfección, una manera de arrojar luz a mis oscuridades...

Autorretrato

Yo soy un yo que no soy.


Un trabalenguas afilado.

Una navaja suiza mordaz.

Un mentiroso redomado.

El más serio entre los serios,

de un humor bordado en mi piel,

tatuado en mi sangre,

pero corrosivo…


No soy ese que todos ven.

Bondadoso edulcorado.

Diligente sin fronteras.

Sencillo. Tenaz. Humilde…

Sincero en mis palabras,

falto de hipocresía…

Cómico sensato,

pensador infatigable…


No. Ese sólo lleva mis gafas.

Me da buena prensa,

me acredita como persona.


Vago. Aprovechado. Rezongón.

A veces, parco en mi franqueza.

Rudo. Sanguinario combatiente.

Mayéutico cobarde.

Apuñalador profesional.

Poeta de quiosco.

Cínico sin acritud.

Un viejo león orgulloso.

Un dédalo en el amor.


Arisco, celoso,

el mastín del hortelano.

Un viejo dogo inglés.

Rutinario y pendenciero.

Un charlatán almidonado.

Flemático vehemente.


Soy todo eso,

y lo que negué,

lo soy dos veces.


Capitán de afrentas injustas.

Guerrero de causas nobles.

Ético etílico,

falto de moral,

aunque algo kafkiana.

Detallista empedernido.


El gran señor de las pequeñas cosas…