jueves, 17 de junio de 2010

Pulcritud

Odio los exámenes. No hay más que decir.

Me dejan solo en casa, como el dragón que guarda un gran tesoro. Tirado en mi cueva. Pensando, pensando. Expulsando el fuego de mi interior en cada suspiro, porque dentro me abrasa. Así me encuentro.

Desnudo de puertas a dentro. Evitando el momento de ponerme a estudiar. Hago cualquier cosa para evitar dicho instante. Incluso me ha dado por darle un repaso al piso. Un gran repaso. Parece mentira que una casa pueda ensuciarse tanto en cuatro años. Y no vayais a pensar ahora que somos unos guarros y no limpiamos. Lo que pasa es que odiamos las limpiezas a fondo y, hoy, muy señores míos, ha comenzado la gran batida. Vamos que he limpiado hasta debajo del aparador de 3x2 del salón (una batalla épica que merece otra entrada).

La cosa es que limpiando... me he dado cuenta de que seguramente, esta etapa se acabe. Uno de mis compañeros de piso se va, y puede que no alquilemos de nuevo este piso. Este piso que ha descubierto muchas cosas, que ha generado buenos momentos y momentos no tan buenos. Ha albergado cenas, fiestas, cócteles, despedidas, bienvenidas... ha recibido a gente extraordinaria, a gente que no sabía que hacía aquí, a gente que no sabía salir de este lugar.

Este piso de estudiantes ha sido mi casa... no, ha sido mi hogar durante 4 años. Y mis compañeros de piso... mi pequeña familia. Hemos sido como una panda de primos bien avenidos que ha sabido convivir a la perfección. Habremos tenido nuestros más y nuestros menos, pero nunca nos olvidaremos....

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