viernes, 22 de junio de 2012

Despedida y Búsqueda

Marcha. Marcha tú Yago. Mientras todo te vaya bien ¿qué importan los demás? ¿qué tiene de importante el sufrimiento ajeno? El dolor, la desdicha... mientras haya vino en tu copa, tú no tienes de qué preocuparte. Lavar tus manos con el sabor del whisky elimina todo ápice de duda. Nadie tiene porqué interferir en tu vida. Nadie tiene que aguarte la fiesta.

Aludes a tu propio llanto, a tu propia pena. Burbujas de champán que como el vino del estío hacen olvidar todos aquellos malos ratos. Vacío. Ese licor que embriaga todos tus sentidos está vacío Yago. Esgrimes la excusa de que los payasos también lloran para no tomarte nada en serio. Para eliminar cualquier rastro de maldad de tus palabras, dañinas como dardos envenenados.

Ah. Te busco Horacio. Te busco y no te encuentro. Tus manos es por lo único que pido. Tu leve voz, tu compañía. Tú que pareces ser el único que me reconforta. Para ti no tengo más que este regalo. Estas líneas que producen tanta tranquilidad cuando pienso que tú eres el único que me comprende. Tú eres el único que percibe cuando hay problemas, que siente lo que pienso, que piensa lo que siento. El que medita, el que razona. Tú, amigo difuso, amigo invisible. Enterrado entre mi desesperación no te encuentro. Perdido entre mi dolor te ando buscando. ¿Dónde estás que no te veo? ¿Quién estrechará mi mano?


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