martes, 31 de mayo de 2011

La oscuridad del silencio

No sé como podré vivir sabiendo que odio a las cuatro quintas partes de la gente que conozco. Debo dar gracias a Dios de conocer a muchísima gente. Puede que demasiados.

Pero gracias a ellos (o por su culpa, según se mire) llevo dos semanas intentando comprender qué es lo que funciona en mi cabeza, qué siento y que deseo. Y, aunque todavía no lo he encontrado de lo que si puedo estar seguro es de lo que no siento y lo que no deseo.

Esos malditos silencios, que no se pueden llenar con palabras porque son demasiado profundos. Esos malditos silencios que no hacen más que recordarnos que todo aquello que teníamos, aquel jardín mío, nuestro, aquella maravilla que ambos construimos con las manos y con el solo poder de nuestros anhelos, aquello que tanto quisimos se muere lentamente, como nosotros mismos, que vemos como nos alejamos irremediablemente el uno del otro. Quedando eso, silencio.

Y qué hacer ahora que nuestros caminos se bifurcan. Qué no hacer. Pero lo más importante, cómo puede ser que en lugar de querer guardar todos nuestros recuerdos lo que más me apetezca sea enterrarlos como si de una nao vikinga se tratara. Como evitar acercar la cerilla que prenderá lo poco que queda de nuestros corazones, quizás en un vago intento de inflamarlos, quizás sólo para terminar con la oscuridad de esos malditos silencios...

2 comentarios:

  1. El silencio es la primera piedra del templo de la filosofía o eso he escuchado

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  2. Redefiniendo el silencio, reutilize tu foto si, te invito a que veas como cambia el contexto es interesante.

    http://www.opinaya.com/profiles/blogs/la-respuesta-silenciosa?xg_source=activity

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