miércoles, 6 de abril de 2011

Lacrima

Hay días que el mundo te pesa demasiado. Que deseas bajarte de él y no volver a montarlo jamás. Días que te sobrepasan. Esos días en que toda soledad es poca, porque el contacto humano puede hacer que tu débil alma de cristal estalle en mil pedazos. Días en que el hialino dolor te recubre ofreciendo una capa de protección que no puede hacerte invisible, aunque sea lo que más deseas.

Esos días, no eres tú. Todos te preguntan si te pasa algo, y el solo dolor de pensarlo te hace incapaz de pronunciar las palabras. Se dibuja la sonrisa conciliadora que intenta cubrirlo todo... sin ningún éxito.

Maldita soledad. Soledad salvadora y verdugo al mismo tiempo. Sumido en el bucle infinito del pesar, deambulas sin rumbo fijo, mientras tu alma se escapa en cada suspiro.

Soy escéptico. Me gusta mi vaso de vino. Y esos días no quiero ver sino es a través de él.

Ver a tus amigos, lejanos aunque puedan tocarte. Y tú rogando porque te canten un himno a la vida, aunque nunca podrás escucharlo, pues te encuentras ensordecido del silencio.

Nubes que te cubren los ojos, nublando tu destino. Entorpeciendo tu camino, con su esponjoso tacto. Dulce asfixia que te fija al infierno. Edén cautivador lleno de desdichas.

Y sin embargo... no te pasa nada...

No hay comentarios:

Publicar un comentario