Ni siquiera llegaste y ya te vas. ¿Ríes? ¿Ríes con esa risa
que ha resucitado a todos los monstruos? La que me devolvió a las hormigas. La
que avivó las antiguas cicatrices. Ríes con esa luz que trae el sol, que
derrumba estrellas. Ríes en la despedida
Te odio. Te odio a ti y a todo lo que representas. A la
mariposa, al lobo. A las cicatrices y a esta maldita tela de araña que nos une.
A tu luz y a mi oscuridad. Te odio. Te odio por no ser mía, por no poder
protegerte. Por no poder frenar todo el mal y la pena. Por la impotencia de no
poder acabar con tu dolor, en mis brazos, con mis manos, que han tomado toda la
bondad de la luna sólo para ti.
Solo quería que me miraras. Que me abrazaras. Que me
besaras. A mí, solo a mí y a nadie más. A mí que daría todo. A mí que me
enfrentaría a cualquier cosa.
Yo solo quería despertarme en tus ojos. Hundirme en tu
sonrisa y dormir en tu piel. Perderme en tus besos y esconderme en tus brazos.
Pero no. No soy un príncipe azul. No soy el que buscas.
Sabes que no puedo ofrecerte nada más que mi amor. Pero no es suficiente.
Quieres algo más. Algo que no puedo darte. Ni el cielo, ni el sol. Eso está al
alcance de mi mano. El firmamento, la luna llena a tus pies… Mas no. Tu luz lo
eclipsa todo.
Y yo no soy más que un hombre, un loco, un poeta. Solo tengo
mi amor y palabras bellas. Sentimientos que florecen en mi pecho, que susurran
tu nombre, tallado a fuego… Una cicatriz se dibuja en el horizonte y me hace
tuyo aun sabiendo que nunca podrás quererme. Y me quiebro si no estás a mi
lado. Y cada segundo es una vida si no me miras. Y cada instante es eterno si
pienso en ti.
Te odio por hacerme esto. Por obligarme a buscar tu luz. Tu
mirada. A cada paso, en cada noche. En cada batida a ningún lugar. Y tu risa
resuena en cada esquina de mi vida, como única música en los peores días.
Te
odio. Te odio por no saber amarte.
Ni siquiera llegaste y ya te vas. Y en la mano tengo aquella
rosa que nunca te ofrecí. Y en los labios aquel beso que nunca me atreví a
darte. Y en el alma, uno a uno, los versos no recitados, las palabras no
dichas, atadas al albo lirio de mi corazón.
Ni siquiera llegaste, y ya te vas. Marchas con aquella
sonrisa y te vas…
…
¿Y ya te vas?
…
Y ya te vas…
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