domingo, 14 de octubre de 2012

Ella

Ella. Mujer y diosa. Ángel y demonio. Sonrisa. Alma. Cuerpo. Belleza y seducción. Ella. Inocencia. Pecado. Penitencia. Mirada implorante. Amor.

Ella da sentido y forma a mis sentimientos. Da voz  a mis palabras. Desata todo lo olvidado. Regresa lo desterrado, que como hijo pródigo, cabizbajo e inseguro, saluda desde el dintel de mi corazón.

Ella que es fuego y fragua. Destino y final. Pasado oscuro. Presente complicado. Futuro incierto. Aviva una a una las cicatrices cerradas, que duelen como el primer día, pero son calmadas por su sonrisa.

Ella, hiriente espada que se clava con una hoja de besos. Ella que abrió el primer sello y desgrana uno a uno todos estos sentimientos. Que derrumba una tras otra todas las paredes erigidas, los muros levantados, los escudos de mi corazón, para quedarse a dormir en el.

Ella. ¿Ella? No. Tú. Tú, mariposa. Yo, lobo. Tú, con tu luz. Yo sumido en penumbra. Y soy yo el que ha de salvarte del dolor, de la pena.

Tú. Tú y solo tú. Y tus besos. Y mi perdición.

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