viernes, 2 de septiembre de 2011

Melancolía

Qué he de hacer para que el frío manto de la noche no se pose en mi nombre, borrándolo de tus recuerdos. Cómo evitar el cruel desenlace solo reservado para aquellos guerreros que lo pierden todo. Ahora me veo sin lanza, sin escudo, sin poder para enarbolar nuevas palabras. Sin nada que ofrecerte.

Una triste lágrima es lo único que me queda. Una brisa despeinada que desaparece a cada segundo que pasa, marchitándose como yo, lejos de tu voz. Ahora condenado al olvido, tras tanto luchar. Sumido en la derrota, aceptando el cruel final que cae en mí como la espada de Damocles, subyugado al destino inapelable. El juez del dios llamado tiempo.

Bajo el despojo que queda cuando muere el verano. Bajo este frío y ceniciento cielo, una solitaria estrella señala a mi corazón. Solitario y pendenciero, guardián oscuro de obsidiana. Inerte, inerme, cautivo y desolado. Que suspira...

Y aún así... un leve recuerdo tuyo hace florecer en mí una sonrisa...

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