Algo tan liviano... pero a la vez tan duro. Ese cansancio. Esa rutina que flota ante mis ojos. Como humo gris de madera que ya ha ardido antes.
Como aquellas estrellas que ya pasaron, mi vida sigue un curso con el mismo sentido. La misma dirección. La misma ruta. Una tras otra las mismas farolas. Todo es igual.

Seda de araña que me aferra a la vida. Una vida en la que pocos tienen algo que decir. ¿Dónde están los que no deben callarse?... Presos de sus instintos. Atados a sus deseos. Tan lejos. Tan firmes. Cómo la misma incertidumbre que nos acecha cuando no sabemos si está bien o mal.
Y el calor... asfixiante. Agobiante. Entrópico desorden de mis sentidos. Tanto calor, aunque fuera el hielo grite. Culpa de las hebras que me mantienen preso. Un preso libre.
Como una araña en su misma tela...