viernes, 29 de julio de 2011

"Nada es imposible", Skizoo

Hay tantas formas de ser, 
como enigmas bajo el mar. 
Conciencias libres, 
que pesan cada vez más. 
Hay tantas formas de hacer 
de este mundo algo demencial, 
que a veces me asusta. 

Hay tantas formas de fe, 
como señuelos que alcanzar. 
Conejos blancos que Alicia 
deja escapar. 
Hay tantas formas de ver, 
este mundo irracional, 
que a veces me abruma. 

Todavía podemos pedirnos perdón 
y hacer de esta vida un invento mejor, 
nada es imposible si rompes cadenas. 
Todavía no es tarde para el corazón, 
que puede elevarte a un nivel superior, 
nada es imposible si orientas tus penas 
al sol. 

Hay tantas formas de arder, 
como maneras de estallar. 
Sucesos que no nos dejan de 
salpicar. 
Hay tantas formas de hacer, 
de este mundo algo demencial, 
que a veces me asusta. 

Todavía podemos pedirnos perdón 
y hacer de esta vida un ensayo mejor, 
algo invencible corre por tus venas. 
Todavía no es tarde para el corazón, 
que puede elevarte a un nivel superior, 
nada es imposible si orientas tus penas 
al sol. 

Hasta dónde vamos a llegar, 
dímelo tú, que ya no soy capaz. 
Verme en ti me sabe fatal. 
¿Hasta cuándo vamos a esperar 
a que esta luz aporte claridad? 
Apenas sé diferenciar, entre el bien 
y el mal.

Fragmento "El Profeta", Khalil Gibrán


EL DOLOR
Y una mujer pidió: Háblanos del Dolor. Y él dijo:
Vuestro dolor es la ruptura de la celda que encierra vuestra comprensión.
Así como la semilla de la fruta debe romperse para que su corazón se muestre al sol, así debéis vosotros conocer el dolor.
Y, si pudiérais mantener vuestro corazón maravillado ante los diarios milagros de la vida, vuestro dolor no os pareciera menos prodigioso que vuestra alegría.
Y aceptaríais las estaciones de vuestro corazón así como habéis aceptado siempre las estaciones que pasan sobre vuestros campos.
Y esperaríais con serenidad a través de los inviernos de vuestra pena.
Mucho de vuestro dolor es elegido por vosotros mismos. Es la porción amarga con la que el médico que hay dentro de vosotros cura vuestro ser enfermo.
Por tanto, confiad en el médico, y bebed el remedio en silencio y tranquilidad; porque su mano, aunque dura y pesada, guiada está por la tierna mano del Invisible.
Y el vaso con que brinda, aunque queme vuestros labios, ha sido moldeado de la arcilla que el Alfarero ha humedecido con sus propias lágrimas sagradas.

martes, 19 de julio de 2011

martes, 12 de julio de 2011

La despedida

Apenas quedan unas horas para que aquello que tanto temíamos se haga realidad. Apenas unas horas para despedirnos, irremediablemente.

Podemos estar seguros que ese adiós romperá en mil pedazos nuestros corazones, pero poco a poco, con cada palabra que nos dediquemos, cada recuerdo que brote de entre las sombras, cada anécdota revivida, se unirán aquellas partes. Y esas cicatrices nacientes no serán sino nuestros nombres tejidos a fuego en nuestra piel, tatuados con nuestra sangre. Dulces hojas de una hiedra que nos besa las mejillas.

Paso a paso, llegamos a este punto. Temerosos. Confiados. Con cautela y miedo. Pero debemos ser fuertes. Mirando hacia atrás sólo lo justo, orgullosos de todo aquello que fuimos, de todo lo que seremos. Porque esto no acaba aquí. Aunque nos despidamos.

No dudes nunca de que te he querido, de que te quiero.

No podría habértelo dicho si no fuera verdad. No llores. No derrames una lágrima por mí. Te estaré esperando. Aquí, en mitad del jardín que construimos, regando aquella madreselva que dio los frutos de todo el cariño que nos tenemos.

No llores. No sufras por mí. Tenemos que enfrentarnos a esto aunque tengamos miedo. Los vínculos forjados no podrán desaparecer, fundiéndose en la nada, por mucho que hayamos sufrido. Mira el horizonte que se dibuja.

¿Ves aquella estrella? Es el símbolo de lo que tenemos. Cada vez que te sientas mal, podrás ver como brilla para reconfortarte. La distancia no es óbice para que esto termine.

No llores. No debes sufrir. Yo siempre estaré ahí, esperándote. Cuidando de ti...

viernes, 8 de julio de 2011

La espera


Simplemente hay veces que no me entiendo. Me tengo aquí, colgado de las estrellas, esperando algo que no sé si quiero. Pendiente del más mínimo detalle que cumpla y revele el postrero deseo que mis propios anhelos han formulado.

Temeroso. Leyendo y recitando todas las palabras de aquel tácito contrato que yo mismo rompí hace tiempo. Deseoso. Nervioso porque mi futuro se vea grabado, aunque sea en una lápida. Una ruin piedra que firme mi testamento, mi esquela y mi canto de cisne.

Ahora que las estrellas me llaman y yo las sigo con los ojos perlados, ahora, es cuando más seguro estoy de todo lo que me rodea. Cómo no estarlo. Nunca nadie elige la segunda opción. No voy a ser yo menos.

Queda sólo la espera. La espera que en cualquiera de los casos terminará por medrar en mi interior en forma de cruel sufrimiento. Devónico malestar. Prístina oquedad de mi alma que se verá inundada del mismo río de sal que brota desde mis mejillas.

Queda sólo la solemne espera. Liturgia mística que ceremonia este instante. Con aquella estrella que brilla magnánima, apiadándose de mi alma, mientras yo sé que con el canto ardoroso de aquellas voces, una grieta se forma en mi rostro y se pierden por ella todas mis nimias esperanzas...

martes, 5 de julio de 2011

Orpheus

Me perdí en el paraíso efímero de aquel beso que nunca nos dimos... Prendido de tus labios, hirientes y dulces, como una espada de miel que me atraviesa el corazón, lacerando la piel, suturando la herida.

En mitad de mis oscuridades, tu belleza brota como aquella rosa nocturna, cuyos pétalos ungen mi piel, sumiéndome en el dulce ensueño que me produce una simple caricia.

Rocío noctívago que medra en las estrellas, dejando aquel aura que forma tu cuerpo, impregnando mis recuerdos en tu aroma, en tu sal, en mi llanto. En mis noches más oscuras.

Cruel destino, el que me hace no tenerte, viéndote cada vez más lejana, difusa en mis anhelos, oscura e insegura junto a mí. Yo, que como aquel caballero me enfrenté a tantos demonios ajenos, dejando que los propios colonizaran mi espíritu ennegreciendo mi alma. Yo, que ahora no sé defenderte de todo lo que te aflige.

Épica batalla no afrontada. Por miedo desertada, perdida, infructuosa. Ávida de sangre empobrecida, rica en lágrimas ofertadas en tributo efímero a unos dioses que me niegan.

Desterrado anacoreta. Exiliado cenobita. Ermitaño de tu nombre. Perdido en la nave que surca aquellos mares desconocidos, esbozados sólo por extraños aventureros que destrozan las aguas con sus barcos, desgarrando las olas. Dejando un reguero negro de pasión, sangre de alquitrán desposeida. Negros ojos de oscuras almas.

Es la indecible cita. La frase no pronunciada. Un te quiero que expira. Una declaración que se diluye en el océano, en el vasto azul, en las estrellas, en los abismos... Frenesí cinegético de monstruos y sirenas. De sinrazones. De incomodidades...

Si pudiera decir todo aquello que siento. Si pudiera explicar todo lo qe mi alma grita. Si supieras que todo aquello que escribo, va dedicado a ti...

lunes, 4 de julio de 2011

viernes, 1 de julio de 2011

La última flor


Sólo tu amor no es suficiente. De pie, frente al acantilado que lleva nuestro nombre, recojo la flor que crece ante mis pies. Una flor que huele a ti. La última flor. Un mísero paso en falso y la hubiera pisado, pero algo en mi me hizo frenar. Hasta siendo descuidado protejo nuestro reino.

Pero tú... Tú pareces no estar dispuesta a hacerlo. No fuimos nunca nada más que amigos y
nunca pretendí otra cosa. Sin embargo te quise como a nadie. Como las hormigas a aquel verano que nunca tuvieron. Para mí tu amistad significaba tanto y ahora...
Yo quise comprobar lo que sentías, cansado de esperar siempre aquella llamada que nunca llegó. Me alejé un momento, camuflado, volando sobre ti como un diente de león. Procurando no abandonarte nunca, aunque mi presencia fuera leve. Intentado estar ahí si lo necesitabas, pero sin dejarme ver. Fantasma protector que te acompañaba.

Pero tú... Tú dejaste que poco a poco, mi reflejo se fuera marchitando. Mi voz, mis manos, mi cuerpo que intentaba abrazarte, se fueron borrando poco a poco, transformados en brisas vanas que viajaban con tu estela de bondad, con tu aura de cariño. Y un brillo verdoso, del color de los ojos de la madre tierra, se aferraba a los tuyos. Perenne anhelo de que me recordaras.

Ahora me preguntas y me buscas, sin saber nuestro pecado. Sin conocer de nuestra falta. Ajena al problema. Ignorando todo lo que por mi cabeza ha pasado. Y no te importa. O no lo demuestras. Intentas arreglarlo todo con abrazos. Sin hablar. Pero tu amor solamente no es suficiente.

Y si miras las fotografías que nos hicimos en los días felices, apareces sola, sin saber cómo, sabiendo que alguien estaba allí contigo, sin conocer quién o sin desearlo, y una figura borrosa te brinda un flor desde aquel marco. La última flor, aquella que huele a ti....